La empresa vale la pena cuando empuja libertades individuales desde el compromiso colectivo”
Parafraseando a Ariel Sher
La cadena de valor, que plantea de forma secuencial las actividades que producen valor añadido en una organización, fue descrita y popularizada por Michael Porter.
Según Porter estas actividades que se estructuran en la empresa se dividen en dos grupos:
Las actividades primarias que desarrollan la creación física del producto y las actividades relacionadas con su venta y post-venta:
- Logística interna: recepción, almacenamiento y distribución de las materias primas.
- Operaciones (producción): recepción de las materias primas para transformarlas en el producto final.
- Logística externa: almacenamiento de los productos terminados y distribución del producto al consumidor.
- Ventas y Marketing: actividades con las cuales se da a conocer el producto.
- Servicios post-venta: actividades destinadas a mantener o realzar el valor del producto.
Además, estas actividades principales son apoyadas por lo que Michael Porter denominó actividades secundarias:
- Infraestructura de la organización: actividades que prestan apoyo a toda la empresa, como la planificación, contabilidad, finanzas…
- Dirección de recursos humanos: búsqueda, contratación y motivación del personal.
- Desarrollo de tecnología (investigación y desarrollo): obtención, mejora y gestión de la tecnología.
- Abastecimiento (compras): proceso de compra de los materiales.
LA ESPIRAL DEL VALOR
Como he comentado en muchas ocasiones, Peter Drucker, considerado por algunos el padre de la gestión moderna, consideraba que en una empresa hay sólo dos funciones básicas, sólo dos, el marketing y la innovación.
Basándome en las tesis de Drucker y en los planteamientos de Porter surge un planteamiento propio adaptado principalmente a la pyme, la espiral del valor, que establece al Cliente en el centro de una espiral sobre la que se van adecuando el resto de funciones del negocio.
Se trata de estructurar en la empresa una metodología de trabajo que dirija todas sus miras hacia el Cliente, como elemento fundamental sobre el que debe girar toda la maquinaria del negocio.
La espiral del valor, de forma resumida, plantea varios círculos concéntricos que confluyen en el elemento esencial de cualquier negocio, el Cliente:
NÚCLEO – CLIENTE:
En donde las claves residen en conocer y organizar a nuestros Clientes con el objetivo de atraerlos para conseguir satisfacer sus necesidades y deseos por encima de sus expectativas, consiguiendo con ello retenerlos y fidelizarlos.
PRIMER ANILLO – CLIENTEFILIA (Marketing) Y CREACTIVIDAD (Innovación):
La clientefilia para conocer y comprender a nuestros Clientes con objeto de que nuestros productos respondan a sus necesidades. Y la “creactividad” para transformar las necesidades latentes en oportunidades que ofrezcan valor al mercado.
SEGUNDO ANILLO – OTRAS FUNCIONES:
Personas: Se incluyen en esta función todas las actividades relacionadas con las personas que forman la empresa. Desde la planificación, organización y control hasta la capacitación y motivación del personal. Pasando por reclutar y fidelizar a los miembros de la empresa…
Gestión económico – financiera: El objetivo de esta función será proporcionar una imagen fiel de la situación económico financiera del negocio que nos permita obtener información para la toma de decisiones. Dentro de esta parcela los aspectos claves serán los siguientes: Control de la contabilidad, gestión de costes, elaboración de presupuestos, planes de inversión y financiación, gestión de riesgos…
Producción – servucción: Hablamos del análisis, planificación, ejecución y control de todos los procesos que posibilitan la producción del producto o la prestación del servicio.
Logística y operaciones: Incluyo en esta función todos los servicios adicionales relacionados con el abastecimiento y la gestión de stocks, el transporte y la logística, mantenimiento y limpieza…
Se trata de una metodología de trabajo propia que plantea la empresa como círculos concéntricos que desembocan en un objetivo vital como es el Cliente. En donde no se concibe el negocio como un conjunto de departamentos estancos sino que se plantean funciones definidas e interrelacionadas. Que en ocasiones, dependiendo de las características de cada empresa, se mezclan entre sí.
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