Conclusiones SIE

“Because I have a dream”. Porque yo, como Martin Luther King, tuve un sueño, entre las paredes de este salón, y con vistas al exterior, viví con todos los presentes un soplo fresco de ideas. Reflexiones para la acción que resumo en esta narración de conclusiones.

La ventana se nos abrió con los buenos vientos de la RSC y la innovación social a cargo de Helena Ancos. Responsabilidad Social e innovación como antídoto contra la estupidez funcional en las organizaciones que provocan conflictos que hacen perder el tiempo, amenazan jerarquías, conducen a puntos divergentes y bloquean las acciones comunicativas con un nefasto efecto contagio. Partiendo del cambio de uno mismo, apostamos por la digitalización y la conectividad, la innovación social como cultura del cambio, la búsqueda de personas dinámicas y creativas, la defensa de la diversidad y la visión global. El foco, en las personas sin renunciar a los procesos.

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Noelia Bermúdez defendió que el talento es un potencial y dibujó el Emprendedor Da Vinci: experto, visión global del negocio, aprende de sus errores, gestiona situaciones de incertidumbre con resiliencia, tiene sed de conocer, saber e investigar, es creativo, genera ideas con recursos limitados, mira lejos, es comprometido y pasional. Y puso en valor al intraemprendedor proactivo.

Jesús Alonso nos abrió las vías, de la mano del ficticio personaje de Julia, de los procesos de empleabilidad, de acogida, de la promoción de una atmósfera grata para el trabajador, de la conciliación, de la formación y del apoyo al desarrollo de las actitudes intraemprendedoras.

Marta Liébana defendió el concepto del aprovechamiento del talento global dentro y fuera de la compañía, de la fidelización a través de nuevas políticas de Recursos Humanos en un clima laboral creativo en el que la tecnología, el entrenamiento, la flexibilidad, la participación en los proyectos y el diseño de planes de desarrollo individual se articulan a través de una buena comunicación.

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Antonio Sangó, sutil director de orquesta de las dos mesas redondas de experiencias, nos guió por el fructífero camino de la voluntad transformada en acción, desde el sólido basamento de este pensamiento: “Nunca dejes de aprender, porque la vida nunca deja de enseñarte”

Enrique Iniesta aportó la vivencia de Pikolín, que, lejos de echarse a dormir, mantiene despiertas las vías de una colaboración entre la espontaneidad y la planificación, para recuperar entre todos el orgullo de pertenencia. Mantener las orejas despegadas, las ventanas abiertas es el germen de un buen plan de comunicación.

Elena Sanjoaquín incidió en el valor de las personas, los rendimientos que ofrece la cualificación y el camino de la excelencia como objetivo. Las nuevas reglas de la bidireccionalidad que derriba barreras y el desarrollo de las personas que es el verdadero desarrollo de la organización. Instrumentos para aprovechar las habilidades y para especializar. Como dejó escrito Henry Ford, hay algo más caro que formar a un trabajador y que se vaya: no formarlo y que se quede.

José Víctor Alfaro arrancó desde la convicción del equipo, de las personas. Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos, ve con un equipo. Se trata de vender soluciones a problemas. Vender un servicio es más complejo que vender un producto, pero es más sostenible. Ser diferencial te permite obtener resultados. Es tiempo de especialización, de coraje y de humildad, de conocimiento estructurado como gran bagaje cultural de la organización. De salir a la sociedad. El futuro, concluyó, no está en la tecnología, que viene de serie, sino en el conocimiento. Y su receta mágica: ser experto, ilusión, esfuerzo, sueños, retos, equipo, constancia y, en pequeño, un poquito de suerte.

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Javier Molina, con el relato de los efectos letales de la batalla de Vojvodina para las tropas napoleónicas, abundó en que lo importante es mirar no sólo fuera, sino mirar dentro. En la estrategia de ventas, hay que auspiciar la participación para que la ventaja competitiva de la rapidez no sea la desventaja de la prisa. Lo que ayuda a ganar ventas son las personas. El pensamiento nunca se separa de las emociones y las emociones nunca se aíslan del pensamiento. La atmósfera laboral incrementa la productividad, y hay que mezclar virtuosamente involucración y estrategia.

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Fernando Viñuales expuso el papel de la formación, del reaprendizaje para la reorientación, de la ilusión y de la gratificación en un mundo emocional. Así, sin renuncias, una pyme puede llegar a la internacionalización. Ser pequeño no tiene por qué limitar los objetivos.

Ana Isabel Claver fue la expresión de una inquietud fundamental para el emprendimiento, casi una droga, buscar, innovar, nuevos productos y servicios al cliente. Cada día es algo nuevo, en constante movimiento. Cada día trae su afán, como dejó escrito la santa.

María Videgain manifestó que el inicio como un intercambio de favores acaba en una facturación, en una estructuración y en una implantación. Y afirmó el enriquecimiento personal del emprendedor a través del conocimiento, la cooperación y de la pasión.

La misma pasión que rezumó Mey Rabell en su experiencia personal junto a sus dos socias convertida en emprendimiento para generar servicios a clientes en situación oncológica. El valor de identificar una demanda a través de la empatía y de la sensibilidad, con el complemento del respaldo de las administraciones a través de los instrumentos de ayuda al emprendedor. Cada pequeño es una recompensa, un premio que ayuda a escalar cada día.

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Raúl Benito y Fernando Viñuales sentenciaron que la excelencia no es una proclamación, es un camino. Compartir es el camino de la cooperación que conducirá a las empresas a tener mayores posibilidades de éxito. Y ahí llega el papel de los mentores para asesorar y acompañar a emprendedores. El valor del voluntariado al servicio del emprendedor y del pequeño empresario gracias a profesionales de probada solvencia.

Y, después de la exhibición creativa de los jóvenes de las ideas derivadas en Bombillas Rotas, fue el turno para acabar la primera jornada de la ciencia, de Esciencia, donde la tenacidad del investigador conduce al desarrollo de los conocimientos por los caminos más insospechados, con ese punto en el que la fortuna acompaña, en una chispa de vida, al rigor. La ciencia, en verdad, es emprendedora. Y el emprendedor, a través de la innovación, debe identificar los beneficios y los frutos de la ciencia.

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La mañana ha venido rodeada por auras mágicas, las que adornan el humanismo y el coraje en el que han coincidido los participantes de la mesa redonda “Prender la chispa” y Álex Rovira

Pedro Lozano nos ha introducido en el virtual y real mundo de la Realidad Aumentada de Imascono, cuya prioridad es procurar la felicidad a través del trabajo de la imaginación y de la empatía infantil para generar un espacio de entretenimiento y de educación imbatibles.

Javier Viñuales nos ha llevado de viaje por la formación y la investigación, y por ese desplazamiento de ida y vuelta, vuelta e ida, entre la especialización y la perspicacia para descubrir no sólo demandas presentes en atención médica y en vida saludable, sino también las futuras. La evolución, la observación y el servicio son las claves.

David Blasco ha abundado en la importancia de que las empresas no pierdan su ADN por la minusvaloración de la comunicación como factor estratégico. Formación, expansión, enseñanza de idiomas, nuevas tecnologías y ambición son sus puntos fuertes.

Ruth Lázaro y los valores de la mujer rural, de una tercera generación que mira de frente a las personas para integrarlas participativamente en unos procesos innovadores de agroalimentación para la diferenciación que consolide e impulse su liderazgo. Un relevo generacional de manual.

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Y, llegado este momento, las enseñanzas de Álex Rovira que, en una vibrante, intimista e instructiva conferencia, nos ha transportado en el tiempo del pasado a un futuro a la par apasionante e incierto, en la mayor coyuntura de oportunidades y desafíos de la historia de la humanidad. Una ruta por los valores imprescindibles que desembarcan en la cultura que da sentido a esa cuádruple combinación de actitud, conocimiento, habilidad y compromiso. A la ética como vehículo irrenunciable para creer, crear y lograr. Porque la buena suerte no brota sin intervención de las personas, sino que, por el contrario, es el fruto de una siembra que alumbra la cosecha de un entorno y un mundo mejor.

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