¿Sabes escuchar? ¿Eres un buen oyente?
Sin lugar a dudas, una de las dotes clave de un buen jefe es saber escuchar a sus subordinados, a sus colaboradores, a sus pares y a sus superiores (si los tiene).
Sin embargo, no todas las personas demuestran poseer esta necesaria cualidad. Se han identificado seis tipos de malos oyentes, que se encuentran con frecuencia en los ámbitos de trabajo. Evalúate para determinar si tú, de forma consciente o inconsciente, coincides con uno de esos arquetipos.
El Opinador
Al Opinador podría también darse el nombre de “Yo soy el que sabe”. Escucha a los demás sobre todo para determinar si sus ideas se ajustan o no a lo que él o ella ya ha determinado que es la verdad.
El Opinador puede parecer que está escuchando con atención, pero no escucha con una mente abierta y en su lugar utiliza a menudo sus silencios como una oportunidad para «recargar”. A pesar de que los Opinadores pueden tener buenas intenciones, el efecto de su estilo de escuchar es hacer que los interlocutores se sientan incómodos o, incluso, intimidados. Usualmente, los Opinadores aplastan las ideas de sus compañeros.
El gruñón
Los Gruñones son malos oyentes que están bloqueados por un sentimiento de certeza de que todas las ideas de los demás están equivocadas. Es un típico cascarrabias, que no oculta su desprecio por las ideas de las otras personas. Se acerca a las conversaciones como un mal necesario y envía el mensaje implícito: «¿Por qué crees que yo debería estar interesado en esto? «
A través de la perseverancia, la gente puede llegar a ellos, pero, muchos de sus colaboradores simplemente no tienen la energía suficiente para romper sus barreras, quedando el diálogo bloqueado.
El Preambulador
El Preambulador utiliza los preámbulos y las preguntas que hace al inicio de su conversación para encajonar al interlocutor en un rincón a favor de sus propias ideas. Puede hablar durante 15 minutos haciendo preguntas sesgadas y haciendo afirmaciones retóricas con tal de llevar el asunto hasta posiciones favorables a sus ideas. Este tipo de comportamiento resume la comunicación unidireccional.
El Perseverante
El Perseverante habla mucho pero no dice gran cosa. Si prestas mucha atención a uno de estos pobres oyentes, verás que sus comentarios y preguntas no permiten avanzar la conversación. Improvisan sobre la marcha y tratan de perfeccionar sus pensamientos a través de la repetición.
El Perseverante utiliza lo que piensan sus interlocutores para apoyar sus propios prejuicios, desviaciones o ideas, muchas veces segadas. Al hablar con uno de ellos, puedes sentir que los dos están teniendo conversaciones completamente diferentes.
El hombre-respuesta
Del Hombre-Respuesta surgen soluciones antes de que incluso haya un consenso sobre el problema que se debe solucionar, lo que constituye una clara señal de que las aportaciones de los interlocutores no son necesarias.
El Hombre-Respuesta puede parecer a primera vista ser un Opinador. Sin embargo, este último está motivado por un fuerte sentimiento de estar en lo correcto, mientras que el primero muestra desesperadamente el deseo de agradar e impresionar. Sabrás que estás hablando con Hombre-Respuesta si tu interlocutor no puede dejar de proporcionar soluciones y tiene respuestas preparadas para cualquier defecto que le señalen, así como réplicas rápidas a todos los puntos que tú planteas.
El pretendiente
El Pretendiente simula el compromiso o, incluso, el acuerdo, pero no está interesado en lo que el interlocutor está diciendo porque ya han tomado su propia decisión. El Pretendiente puede mostrarse correcto, agradable, simpático, dar la sensación que está pendiente de cada palabra pronunciada por su interlocutor y, con frecuencia, se gana a la gente con una sonrisa empática.
Estos comportamientos le dan a entender a sus interlocutores que han procesado todas sus palabras y que están de acuerdo con ellas. Sin embargo, con el tiempo sus interlocutores se dan cuenta de que no ha hecho nada de lo que parecía que estaba acordado.
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